Tarde lluviosa en el Zócalo -Parte 2
El metro estaba atestado de gente mojada y visiblemente cansada por la caminata dominical, y al estar ahi sentadas pudimos ver que a veces la diversión puede estar en las cosas más sencillas.
Un niño que viajaba junto a nosotros de repente se paró y se agachó a buscar algo con mucha insistencia, a lo que mi mamá y yo pensamos que había perdido una moneda o alguna cosa que traía consigo pero ¡oh sorpresa! lo que se agachó a buscar fue un pedazo de trapo rojo, que estaba en el piso por casualidad, abandonado quién sabe por quién. Lucía mas o menos como éste.
El trapo estaba visiblemente maltratado por el ir y venir de la gente, pisoteado e incluso roto en lagunas partes. El niño después de recogerlo se acercó a una de las puertas que estaba abierta en ese momento y colocó el trapo de manera que se quedara atorado y se mantuviera ahi cuando las puertas se cerraron. Luego al ver el asombro de todos por la hazaña el simplemente se encogió de hombros y dijo "Sólo quiero ver cuánto dura ahí colgado".
Nos dimos a la tarea de ver cuántas estaciones aguantaba el trapo rojo y fueron en total 8. En algunas
estaciones, donde el flujo de gente es mucho mayor y los empujones no se hacen esperar, pensamos que el trapo iba a sucumbir ante la multitud, cayendo a las vías o quedándose entre la gente, ¡pero no! el valiente trapo rojo seguía atorado con todas sus fuerzas entre las visagras de la puerta.
Nos bajamos en la estación de Popotla, justo después de que el trapo cayera al vacío. No supimos en qué punto del viaje se perdió, lo que si sabemos es que nos hizo el viaje mucho más ameno y divertido al estar al pendiente de algo tan simple como un viejo trapo.
No dejen de visitar el Centro Histórico (a veces "Histérico"), el corazón de esta nuestra amada jungla de asfalto, donde todos los días hay historias nuevas que contar.
Su bwana favorita se despide no sin antes recordarles que hay que cuidar nuestra ciudad y disfrutarla al máximo. ¡Nos vemos en el próximo post!