La historia de la moneda o lo que uno ve en los micros....
¡Mis aventureros! Su bwana los tenía un poco abandonados pero ha vuelto con todo y una historia nueva de lo que presencié la semana pasada en uno de tantos viajes en microbús... La historia de la moneda en el piso...
Eran las 7 de la mañana de un frío martes, un poco adormilada y cargando con mil cosas salí de mi casa. Corriendo, le hice señas al microbús que me llevaría al trabajo y que por un momento parecía ignorar el hecho de que ya llevaba rato esperando en la parada y que tenía que llegar a trabajar.
Después de darle los buenos días al chofer, pagarle y acomodarme en mi asiento me dí cuenta que varios pasajeros volteaban furtivamente hacia el piso del microbús, dirigiendo su mirada ansiosa a la parte delantera de la unidad y murmurando... esta conducta tan rara picó mi curiosidad, así que me uní al grupo de mirones y dirigí mi mirada hacia el frente del autobús. Jamás imaginarán con lo que me topé: el objeto que incitó esta extraña conducta era una simple moneda de 10 pesos.
Ahí estaba, brillante (se ve que era nueva), acomodada un lugarcito junto al conductor... como esperando a que alguien la tomara. El chofer parecía ajeno a la conmoción que generaba la solitaria moneda, cantando a voz en cuello una canción que ya no recuerdo sobre un amor perdido.
Crecía la expectación, ya que aunque todo mundo la volteaba a ver con ojos de deseo, nadie se atrevía a ponerse de pie y tomar la codiciada moneda. Fue hasta pasado un buen rato, que en un semáforo por Toreo, un anciano subió al microbús, con su andar lento y pesado. Le pagó al chofer, miró hacia abajo y la vió. Sin pensarlo tanto, se agachó al tomar la moneda y ¡Oh decepción, la moneda estaba pegada al piso!.
El chofer soltó una carcajada, mientras el viejito forcejeaba y trataba de levantar la moneda. El ambiente de expectación se convirtió en pura indignación y muchas personas le reclamaron al chofer su bromita. El anciano se dio por vencido después de 2 intentos y se dejó caer en uno de los asientos, mientras el chofer seguía riendo y se escuchaban los comentarios de la gente, que iban desde las risas ahogadas hasta uno que otro saludo a la madre del chofer.
Me bajé en mi habitual parada y ya no supe qué pasó con esa moneda, que seguramente seguirá haciendo reír al chofer, cada vez que alguien intente llevársela. Por eso digo, ¡Lo que uno ve en los micros hoy en día!
Así que si llegan a ver una brillante y solitaria moneda de 10 pesos, descansando en el piso de un micro, no se confíen, puede ser que sea la moneda pegada al piso y se lleven una decepción.
¡Hasta el próximo post!
Eran las 7 de la mañana de un frío martes, un poco adormilada y cargando con mil cosas salí de mi casa. Corriendo, le hice señas al microbús que me llevaría al trabajo y que por un momento parecía ignorar el hecho de que ya llevaba rato esperando en la parada y que tenía que llegar a trabajar.
Después de darle los buenos días al chofer, pagarle y acomodarme en mi asiento me dí cuenta que varios pasajeros volteaban furtivamente hacia el piso del microbús, dirigiendo su mirada ansiosa a la parte delantera de la unidad y murmurando... esta conducta tan rara picó mi curiosidad, así que me uní al grupo de mirones y dirigí mi mirada hacia el frente del autobús. Jamás imaginarán con lo que me topé: el objeto que incitó esta extraña conducta era una simple moneda de 10 pesos.
Ahí estaba, brillante (se ve que era nueva), acomodada un lugarcito junto al conductor... como esperando a que alguien la tomara. El chofer parecía ajeno a la conmoción que generaba la solitaria moneda, cantando a voz en cuello una canción que ya no recuerdo sobre un amor perdido.
Crecía la expectación, ya que aunque todo mundo la volteaba a ver con ojos de deseo, nadie se atrevía a ponerse de pie y tomar la codiciada moneda. Fue hasta pasado un buen rato, que en un semáforo por Toreo, un anciano subió al microbús, con su andar lento y pesado. Le pagó al chofer, miró hacia abajo y la vió. Sin pensarlo tanto, se agachó al tomar la moneda y ¡Oh decepción, la moneda estaba pegada al piso!.
El chofer soltó una carcajada, mientras el viejito forcejeaba y trataba de levantar la moneda. El ambiente de expectación se convirtió en pura indignación y muchas personas le reclamaron al chofer su bromita. El anciano se dio por vencido después de 2 intentos y se dejó caer en uno de los asientos, mientras el chofer seguía riendo y se escuchaban los comentarios de la gente, que iban desde las risas ahogadas hasta uno que otro saludo a la madre del chofer.
Me bajé en mi habitual parada y ya no supe qué pasó con esa moneda, que seguramente seguirá haciendo reír al chofer, cada vez que alguien intente llevársela. Por eso digo, ¡Lo que uno ve en los micros hoy en día!
Así que si llegan a ver una brillante y solitaria moneda de 10 pesos, descansando en el piso de un micro, no se confíen, puede ser que sea la moneda pegada al piso y se lleven una decepción.
¡Hasta el próximo post!
1 comentario:
qué bueno que no me la han hecho así... el otro día me pasó algo parecido, era una moneda de 2 y otra de 1 peso... las quise levantar y en cuanto lo hice el chofer dijo...eh eh eh esas son mías!!! y dije, pues tómelas a mi qué!!! jajajaja
cosas raras en este mundo y en esos micros... buena narración mujer! abrazotes ;)
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