El sutil encanto de esperar en fila...Parte II
En la blogósfera me encontré por ahí un artículo que voy a transcribir a continuación, muy veraz sobre el encantador mundo de esperar en fila:
Las colas de gente en bancos o instituciones públicas son un escaparate de las conductas más increíbles orientadas a molestar a los demás, a amargarse el rato y a practicar el “cutlus quejus” o cultura de la quejadera la cual nos aqueja irremediablemente.
En las colas de gente ocurre mucho que se escucha la queja de que “esta cola no se mueve” o “ese cajero si es lento” o “lo que pasa es que se están coleando” y cosas así. Pero resulta que en muchos casos los culpables de la lentitud de la cola…son los mismos que se quejan de ella.
Me ha ocurrido, sin ser ningún genio ni super dotado, que cuando voy a hacer gestiones en organismos públicos o bancos me llevo TODOS mis papeles, copias, cédula, fotos, estampillas, etc. Más bien me sobra papel. ¿Por qué?, bueno justamente pensando en agilizar mi tiempo y el de los demás también. Así me pasa entonces que luego de una cola lenta cuando me toca mi turno no me demoro más de 5 minutos pues como llevo todo y además a la mano no tengo que estar haciendo preguntas o rebuscando en mi maletín.
Esa norma es tan sencilla que aplica hasta en la comida rápida. ¿Cuánta gente han visto que cuando llegan al cajero se ponen a ver que es lo que quieren o le preguntan al de al lado “¿Qué es lo que quieres tu?”. Primera regla sencilla para hacer que las colas fluyan más rápido: IR PREPARADO.
Otro fenómeno es el de los “gritones”, gente que llega hablando duro para llamar la atención o bien contando chistes, o vigilando a presuntos coleados o quejándose de que “antes las cosas no eran así”. Este practicante del cultusquejus a vox populis suele buscar otros para hacer comparsa o algún rival que lo contradiga para enzarzarse en una discusión que lo distraiga. Porque el fin de estos gritones y de los “comentaristas” de las colas es distraerse para no escuchar sus propios pensamientos.
Una vez un gritón que se quejaba de que lo del pago X era una mentira se encontró con una señora muy amable que le rebatió el argumento y le explicó lo que tenía que pasar para que el pago X se hiciera efectivo. En esa ocasión el gritón mostró la otra faceta que caracteriza a los quejones de las colas y de todos los ámbitos de la vida en sociedad: cuando despotricaba lo hacía a toda voz para que lo oyera todo el mundo…pero cuando admitió (no le quedó más remedio) que la señora tenía razón lo hizo con una voz suave, bajita que casi nadie oyó. ¿Qué cosas no? ¿Será que admitir estar equivocados nos hace ser menos bravos que los demás?
¿Cómo ven? Pienso que mucho de lo que dice este artículo es verdad. Así que si están atorados en una adorable fila, traten de mantener la calma y sobre todo, buscarle el lado amable.
¡Hasta el próximo post!
1 comentario:
jaja, colas colitas colotas, todas se ven igual ante los ojos de los desesperados. Paciencia al impaciente.
saludines :)
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